Papá, todo lo ocupas. Todos los pasos me guían hacia ti. Desde
las penumbras de la oscuridad a la luz del día. Desde la desolación hacia la
esperanza.
Podría decirte que te recuerdo. Pero no es así, pues no hay un solo día que
no hayas estado conmigo. Nos hemos reído todos juntos. Cuando estábamos
cansados nos hemos sentado y proseguido nuestro camino cuando nos
encontrábamos preparados para ello.
Hemos llorado y cuando las heridas estaban cicatrizadas continuábamos
afrontando el lento devenir de la vida con ilusión y esperanza. Papá, siempre estás
conmigo, pero a pesar de ello cuanto te necesito. Esas lágrimas contenidas las
he visto mil veces reflejadas en tu rostro, a veces de dolor, otras de
impotencia, pero no temas porque nos
queremos y daré todo para que así sea. No temas por ello. Siempre estaremos
juntos.
No es triste lo que
escuchas. Es el lento caminar de mi corazón, son los cansados latidos de mis
pies, la tristeza de mis ojos, pero cada vez que me siento abatido allí
apareces tu para devolverme la fuerza necesaria y levantar de nuevo los ojos, y
poder mirarte pidiéndote tu perdón.
No te abandonare, y desde allá en lo alto, junto
a Dios, quiero que sepas que en cada beso, en cada abrazo de mamá, de los
hermanos, de tus nietos y de tu binieto siempre estás junto a nosotros. TE
QUEREMOS PAPA.