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viernes, 30 de septiembre de 2016

CUANDO MUERA

Cuando muera no lloréis por mí, porque aquí dejo lo mejor de mi vida: mi mujer, mis hijas, mi(s) nieto(s), mis hermanos, quizás también mi madre.  Estaré entre vosotros y solo tendréis que acostumbrarse a verme entre las penumbras de nuestro hogar, a escucharme entre las puertas entreabiertas, a sentir mi calor a través del rayo de sol que penetra entre la ventana y deja a relucir, cuan fantasma, el ir y venir de los cuerpos inertes. Allí estaré.

Estaré en los pies de vuestras camas, vigilando que nadie os haga daño, y en alguna ocasión sentiréis un escalofrío entre vuestras mejillas, pero no os estremezcáis. Sera la caricia de mi beso, el calor de mi mano alisando vuestro pelo, rozando vuestro rostro.
Quiero llevarme la mejor de vuestras sonrisas, esas que siempre he llevado conmigo allá donde haya ido y me han acompañado en los peores momentos de mi vida. Para sacar fuerzas y seguir adelante. Todo por vosotras. Os siento con fuerza

No lloréis porque ahora inicio un nuevo camino para reencontrarme con los seres queridos cuyas vidas fallecieron antes que la mía (que antes que yo fallecieron), y su reencuentro será inmenso, reconfortante, no sé si feliz, porque en estado etéreo no se si se siente, lo que si estoy seguro es que las almas se unirán indisolublemente para volvernos a reunir algún día.

No me lloréis. En aquellos momentos que la voluntad se encuentre vacía me encontrareis entre el rugir de los arboles, el soplo del viento, el frescor de la lluvia, mi voz se hará sentir con el susurro de las aves. Mirar al cielo y allí estaré para daros el abrazo que os falte para seguir adelante. No vaciéis vuestras almas de ilusión, porque de ser así de nada habrá servido el camino recorrido juntos.  Lo importante es el corazón, vuestro recuerdo más intimo, pero no quiero quedarme alojado por y para siempre en el mismo, pues sería egoísta pretender que  llevéis siempre mi pesada carga. Vivir vuestra propia vida como sabéis, quizás como os he enseñado, no sé si lo habré conseguido. Mantenerse integras, honradas, buenas de corazón: ese es nuestro legado, nuestro tesoro más valorado por encima de todo, y que lo hereden vuestros hijos.


No me lloréis. Que vuestros ojos no se sequen. Mirar en los rincones, en vuestros rincones, pero mirar bien, y allí siempre estaré. Junto a vosotras.

NIHILISMO BASICO

NIHILISMO BASICO

Nos creemos dueños de nuestra vida, pero esta, sin embargo, nos tiene un destino predefinido.

Y se puede discutir sobre el fin último de este destino, que nos creemos poseedores del mismo a través de nuestras decisiones ultimas, si bien me pregunto si estas decisiones no forman parte de nuestro destino, del destino final de nuestras vidas ¿?

Por lo tanto somos libres en su término más absoluto ¿No. No, por dos razones, la primera, teniendo en cuenta la afirmación de que nuestras decisiones forman parte de nuestro destino, nos remonta a que todo lo concerniente a nuestra vida nos dirige al estado actual en que nos encontremos, y la segunda porque nuestro destino también está ligado al de los demás. Indefectiblemente ligado.

Y si todo nos es revelado, la libertad, el amor…, todo ajeno a nuestra voluntad, es cuando nos podemos a comenzar cuestionar algunos valores, y de ahí aparece el nihilismo más básico, que niega cualquier principio ético. No existe libertad ni felicidad absoluta, y el amor lo sentimos cuando no supone una renuncia a nuestro propio  bienestar.

Llegado a este punto, qué hacer ¿? Aceptarse como individuo y que nuestras buenas acciones, perdón nuestro destino, supongan las mejores acciones de nuestros  semejantes, pues aunque ellos crean que la han tomado libremente son guiados por su propio destino y el nuestro propio.

SOLEDAD INTERIOR

Aun cuando llevo varios días preparando el viaje, el último día, cada vez con más frecuencia, me entran las dudas. Señal de que me estoy haciendo viejo ó acaso ya no me siento tan joven como creo ¿

Nunca he tenido miedo a la muerte, o al menos eso creo, pero hoy tengo miedo al olvido. Al mío propio, al de mi familia, principalmente, y al de mis amigos.

Tengo miedo que mis ojos apenas alcancen ver crecer a los hijos de mis hijas, no poder estrecharlos entre mis brazos ni poder ver su sonrisa.

Aun hoy sigo teniendo miedo que mis manos no sepan guiarlos y que las suyas renuncien a mantenerme de pie.

Moriré, hoy, mañana, dentro de veinte años, eso es lo de menos, pero qué huella he dejado en la vida, quién se acordara de nosotros cuando mueran nuestra familia, nuestros amigos.  Nuestras vidas deambulan sin apenas darnos cuenta del vacío ingrato de nuestra memoria, frágil, quebradiza, ó la falta de tiempo para recordar.


Todo es insignificante para cuantas necesidades hay en la vida, y entregarnos a ellas sin contemplaciones nos obliga  renunciar a muchas cosas ó al menos no necesitarlas, pero hoy en día no soy capaz, por eso moriré pleno de amor y vacío por la tristeza de un simple ser.