Aun cuando llevo varios días preparando el viaje, el último día,
cada vez con más frecuencia, me entran las dudas. Señal de que me estoy
haciendo viejo ó acaso ya no me siento tan joven como creo ¿
Nunca he tenido miedo a la muerte, o al menos eso creo, pero
hoy tengo miedo al olvido. Al mío propio, al de mi familia, principalmente, y
al de mis amigos.
Tengo miedo que mis ojos apenas alcancen ver crecer a los
hijos de mis hijas, no poder estrecharlos entre mis brazos ni poder ver su
sonrisa.
Aun hoy sigo teniendo miedo que mis manos no sepan guiarlos
y que las suyas renuncien a mantenerme de pie.
Moriré, hoy, mañana, dentro de veinte años, eso es lo de
menos, pero qué huella he dejado en la vida, quién se acordara de nosotros
cuando mueran nuestra familia, nuestros amigos.
Nuestras vidas deambulan sin apenas darnos cuenta del vacío ingrato de
nuestra memoria, frágil, quebradiza, ó la falta de tiempo para recordar.
Todo es insignificante para cuantas necesidades hay en la
vida, y entregarnos a ellas sin contemplaciones nos obliga renunciar a muchas cosas ó al menos no
necesitarlas, pero hoy en día no soy capaz, por eso moriré pleno de amor y
vacío por la tristeza de un simple ser.
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