Nos levantamos muy temprano. Hoy no nos duele nada. Al Bombero se le había curado el dedo como un milagro, a Justo no le molestaban las ampollas, Emilio más entero que nunca. Es casi de noche cuando iniciamos la marcha con los frontales encendidos, y en compañía de algunos peregrinos que nos acompañaron durante muchos kilómetros.
Los primeros con mucha precaución para no perdernos pero en cuanto amaneció nuestros pasos se agigantaron y el ritmo era endiablado. Hoy si que lo kilómetros avanzaban. Casi sin darnos cuenta alcanzamos el aeropuerto de Lavacolla y continuamos decididos hacia Santiago, no sin antes recordar la ofrenda de dejar en el Monte Do Gouzo la barra direccional, a pesar de que a Emilio no le hacía mucha gracia, pues en un cálculo mental rápido valoró la adquisición de una nueva en casi 60 euros, pero no funcionó ese intento.
Desayunamos en una casa rural apenas a 3 Km. del Monte Do Gouzo, y después de repostar continuamos alcanzandolo muy pronto. En ese momento los cuatro nos fundimos en un abrazo y procedimos, siempre con el recelo de Emilio, a dejar la barra como ofrenda. La plegamos y la enganchamos con el mosquetón. Emilio preguntaba dónde la habíamos dejado, no se si para volver después y cogerla. Ya sólo nos quedan 5 Km. y habremos finalizado. Iniciamos estos ultimos kilómetros callados. Todos valorando la experiencia. Todos deseando ver a sus seres queridos. Todos sintiéndonos uno. Entramos por las calles de Santiago y preguntando ¿ Cuanto queda ¿. Ya queda poco, contestaba. Tal era la inquietud por alcanzar nuestro destino. Nos adentramos en el caso antiguo y antes de llegar a la Plaza de Obradoiro nos encontramos con la mujer y la hija de Emilio, que emoción más fuerte y que encuentro tan emotivo. Se reencontraron nuevas personas, que saben darle a la vida el valor que tiene si se vive junto a las personas que se quieren, si se lucha por tus ideales, por valorar los pequeños detalles de todos los días y sobre todo por la fe en la felicidad de los demás.
Entramos en la Plaza Obradoiro y nuevo abrazo. Lo hemos conseguido. Que generoso los abrazos. Emociones encontradas y sobre todo la lección de esfuerzo y sufrimiento que nos ha dado Emilio. Desde luego un Camino inolvidable.
4º dia de ayuno. Nos levantamos y de nuevo las jornadas curativas. Bombero muy fastidiado, casi no se le puede tocar el dedo chico del pie, debido a la enorme inflamación que mantiene. Emilio va tirando con los compeed y esparadrapo, Justo le salen ampollas por momentos y algunas muy grandes y las mias también se estan portando bien.
Los primeros pasos del Bombe nos hacen temer lo peor : El abandono. No podía dar un paso. Se aleja un poco del grupo para descargar las emociones y su impotencia llorando desconsoladamente en silencio y solo. Cuando lo alcanzamos dice que no puede seguir y le indicamos que es ahora cuando debe tomar una decisión pues luego en el camino las opciones se reducen considerablemente. Se lo piensa por unos segundos y decide continuar despacio. Justo y yo llevamos la barra junto a su inseparable inquilino: Emilio, que va cansado pero entero por fuera.
El Camino se hace a paso muy lento acomodándolo al Bombero, que paso tras paso va ganando kilómetros.
Alcanzamos Arzua, donde existen numerosos albergues a la entrada del pueblo, y después de sellar continuamos. Todo lento, muy lento. Los kilómetros no parecen avanzar, largas horas, horas de calor, paradas para descanso y sobre todo muchos peregrinos. Unos en devoción, otros en plan deportivo, otros en plan cultural y otros en plan lúdico. Seguimos avanzando entre caminos, alternando carretera, y así llegamos al Empalme. Tan solo nos quedan uso 5 kilometros, y tras llamar al albergue de Arca nos indican que esta completo, desesperación, pero de nuevo Dios nos ayudo, pues justo en ese preciso instante llegábamos al albergue del Alto de Santa Irene donde tienen camas disponibles para nosotros, que sin dudarlo y tan solo con las miradas decidimos quedarnos. Nos duchamos. Nos curamos. Y a descansar. Nuevas explicaciones sobre el motivo de la barra. Todo hay que decirlo, pero algunos nos verían como bichos raros.
A primera vista un problema. No hay ningún servicio disponible. Ni bares, ni tiendas, por lo que Justo, dice en un primer momento: Prefiero quedarme sin comer a dar un solo paso, pero minutos después lo ves raudo y veloz por la carretera en busca de 4 bocadillos y 4 cervezas. Cuanto se lo agradecemos.
Después de la cena. Nos acostamos y decidimos levantarnos temprano para abordar nuestra última etapa.
Muy dura la etapa de hoy. Nos levantamos temprano y después de curar las heridas salimos con paso firme y callados, ante el reto que se nos presentaba en el día de hoy.
La salida de Lugo es muy rápida y pronto nos encontramos con peregrinos que comparten con nosotros un buen tramo del mismo. Esta jornada se caracteriza por transcurrir durante 18/20 Km. por carretere y los pocos caminos que hay solo dan rodeos. Pasamos por San Vicente Do Burgo, Mera San Pedro y San Roman de Retorta, en la que existe una preciosa Iglesia Románica del siglo XII, donde paramos a desayunar y a replantear la jornada restante, pues a esas alturas no sabiamos si quedarnos en el albergue de este pueblo, continuar por Palas do Rei, continuar hasta una casa rural en Mosteiro, junto a un puente romano ó simplemente coger un taxi hasta Melide. Con el propietario del Bar estuvimos analizando las diferentes alternativas y después de comernos un bocadillo y Cola-Cao, decidimos en un primer momento quedarnos en San Roman, pero cuando llegamos al albergue eran sobre las 11h. de la mañana y decidimos continuar hasta la casa rural, decisión que a la postre fue acertada.
Anduvimos por calzada romana durante un buen rato y abordamos diversas aldeas, unas por carretera otras por caminos, hasta llegar sobre las 13h. la casa rural, que no dispone de plazas disponibles para todos y otra vez nos encabezonamos de quién duerme en el suelo. Mientras comemos cada uno va pensando las diferentes opciones que nos restan y al acabar la comida comenzamos de nuevo a valorar las diferentes opciones. Taxi hasta Melide, que la jornada de hoy es muy larga, pero en un arranque de rabia el Bombe dijo que continuabamos y así fue, no sin antes cambiarle mi calzado al Bombe por las chanclas, que llevaba puestas desde la jornada anterior.
No obstante la llegada a Melide no iba a ser fácil, pues desde ese punto nos quedaban 19 Km. mal contados, y cruzar unas montañas antes de llegar a O Hospital, y realmente fue desilusionante cuando preguntamos sobre las 17h. a un lugareño y nos indico que no llegabamos a Melide hasta mañana, pero no tuvo en cuenta el amor propio y orgullo del grupo. ¡ Qué bárbaro ! No nos cansábamos de repetir.
Pasamos aldeas, nos encontramos con una pareja hippie, que nos ofreció pasar a su casa para descansar, donde se encontraba un peregrino que ya antés habiamos visto en Melide, y que era francés. Un tipo curioso. Continuamos y a cada paso y gemido, a cada paso un nuevo dolor. Y la llegada a Melide también interminable, siempre amenizado por los arranques del Bombero que de pronto nos pasaba corriendo que lo veias sentado en un bordillo suspirando y maldiciendo. Antes de llegar a Melide con una mirada sincera me dice que comprende si no puedo ir de camping con ellos para ir a ver a mi hija Sara, que se encontraba en Altea ( Alicante), y que estaba pasando por unos días muy tensos.
Al llegar a Melide nos informan que el albergue, mejor dicho el “ambergue”, estaba lleno, así que decido ir hasta la pensión del pasado año, que nos obliga andar un kilometro y medio más, y por atrás comienzo a escuchar murmullos de desaprobación, que no le doy importancia y continuo hasta llegar a la pensión. No quedan ganas ni de cenar el famoso pulpo de MELIDE en Casa Ezequiel, pero después de una generadora ducha decidimos ir a cenar, pero antes de todo me preguntaron si estaba muy lejos, a lo que respondo que no.
Cena espectacular. Buen vino ribeiro, dos raciones de pulpo y con el estómago lleno nos vamos a la pensión a tomarnos unos chupitos. Justo y Emilio tan solo uno. El Bombero y yo dos más, haciendo elucubraciones e intentando arreglar el mundo en media hora.
Nos levantamos un poco cargados y nos dirigimos hacia las habitaciones, con no se que problema con el tabaco y 18 euros. La verdad no teniamos la cabeza para muchas cosas.
Vaya nochecita. Lo mismo hemos dormido en el suelo que acurrucados por el frío. Una vez ha amanecido parece que todos los dolores se han desvanecido y repasadas de nuevo las ampollas iniciamos la jornada hacia Lugo, durante 31 Km. Tercer dia de ayuno. Pronto alcanzamos Vilabade, donde pudimos admirar el Convento de San Francisco, una hermosa iglesia gótica, continuando en leve descenso hacia Castroverde, donde paramos un poco a la salida del pueblo para repostar agua.
Continuamos por senderos, donde nos encontraremos muchos cruceiros, ante los cuales realizamos algunas fotografìas, y el equipo se muestra con ganas y fuerza, pues llevamos un paso excelente y pronto alcanzamos la carretera donde nos indica que a Lugo tan solo nos queda 7 Km. Pero nada más lejos de la realidad. Las obras de la carretera nos obligan a dar numerosos rodeos al Camino Original, y la llegada se hace interminable, pero al fin comenzamos a entrar en la ciudad por un barrio donde a izquierda se ve un puente, romano lo más probable, pero que levanto dudas entre Justo y Bombe. Alcanzamos el albergue y después de presentar nuestras credenciales nos alojamos y sin más dilación nos vamos a comer a un mesón que nos habían recomendado, y aunque no estaba muy lejos a nosotros nos parecía mucha distancia. Buena comida y a un buen precio. Después de comer descansamos y por la tarde me acerco a Misa a la Catedral con Emilio, mientras que Justo y el Bombe están intentando buscar zapatillas, calcetines nuevos, etc… Cuando acaba la Misa nos acercamos al albergue y nos encontramos que se habian ido a cenar, por lo que otros 500 metros de caminata. Por fin nos reunimos de nuevo los cuatro. Cenamos en un excelente ambiente y antes de las 22h. regresamos al albergue, ante el riesgo de que nos lo cerraran.
Las etapas se están respetando en todo momento, a pesar de la dureza de la mismas.
Esta circunstancia nos está uniendo cada vez más pero el cansancio puede jugar malas pasadas.
Iniciamos sobre las 6,15h horas de la mañana nuestra jornada. A la salida del pueblo y para evitar el camino damos un rodeo, pero nos perdemos, obligándonos a realizar aproximadamente 2 kilómetros más. Con la llegada del alba comenzamos a caminar más rápido y decidimos andar para ganar tiempo por carretera, cosa que conseguimos pero a costa también de un mayor desgaste en los pies y algún susto y enfrentamiento con aquellos que se iban a dormir a esas horas de la mañana, que solo se divertían riéndose de los demás.
La carretera la mantuvimos durante mucho tiempo, casi hasta la llegada a Fonsagrada, donde paramos a desayunar, en uno de los pocos bares que estaban abiertos, y entrar en calor, pués el tiempo había empeorado desde el alto de “El Acebo”, el primer puerto que teníamos que abordar hoy. Desde Consagrada cogimos algunos tramos de camino, pero básicamente continuamos por carretera hasta el Alto de Montouto, donde cogimos de nuevo el Camino, que nos adentra en el antiguo hospital que construyo Pedro el Cruel, hoy a los pies de los enormes vientos eólicos, y muy cerca de un antiguo dolmen. En estas ruinas descansamos un poco y el Bombero de nuevo con los zapatos.
Una vez que el Bombe se cura las heridas comenzamos a bajar hacia Paravadella por un camino muy bonito, donde justo al final del mismo nos encontramos con una Casa Rural que nos pone una tortilla a cada uno que nos sabe a gloria. Cerveza, vino y un excelente ambiente nos hace olvidar por un momento nuestros dolores, nuestras dudas, etc…Tras tomarnos unos chupitos ( otra vez), iniciamos el ascenso durante 5 Km. hacia Lastra, todos por carretera y que a la postre dejó evidencias muestras de cansancio, sobre todo a Emilio.
Una vez en Lastra cogemos de nuevo camino y asi hasta Cadavo Baleira, pueblo que parecia que se alejaba a cada paso que dábamos, pero al final tras una bajada nos encontramos con el albergue. Emilio con evidentes signos de cansancio psicológico se derrumbó, Justo cansado pero aguantando el tipo, Bombe se mostró fuerte y supo llevar el timón en el último tramo del camino.
Dos problemas en el albergue: en primer lugar tan solo había tres camas. Una de las literas en la habitación de minusválidos. Estando todos de acuerdo que Emilio tenia que descansar, todos nos peleamos por dormir en el suelo. Segundo problema la hospitalera no se encuentra en el albergue. Tenemos que llamarla y volvería una hora más tarde, aprovechando esta espera para curar las ampollas. Joder ahora si que se estaban volviendo feas. Betadine, compeed, y esperar hasta el día siguiente.
Llega la hospitalera y no pone ningún problema a darnos refugio a los cuatro, pero nos advierte que uno de nosotros deberia dormir en el suelo, en la habitación de Emilio.
Nos pareció genial. Después de ducharnos nos vamos a cenar a un bar cercano, y como nos comimos la tortilla, pimientos, etc…
Nos vamos a descansar y a reponer fuerzas para la etapa del día siguiente. Justo y Emilio ocupan las literas y Bombe y yo en el colchón.
Buenas noches. Difícil y dura la etapa, pero de nuevo todos juntos. Oracion.
Segundo día de ayuno y una de las etapas más tranquilas, pero no sin presentar alguna dificultad. La distancia a recorrer es de 26 Km. y una vez dejamos atrás Berducedo cogemos por caminos para alcanzar el siguiente pueblo. Durante este corto espacio el Bombe se viene quejando amargamente de su calzado, cambiándose continuamente: ahora mis zapatillas, ahora las chanclas, ahora las plantillas de las botas de Emilio, hasta el punto que en una parada que realizamos Justo, Emilio y yo, viendo que no llegaba, nos llegamos a plantear incluso la posibilidad de que posiblemente no llegara a acabar no solo esta jornada sino también el Camino, pero en una prueba de fuerza el bombero se sobrepuso y superando el dolor continuó. Llegando a la Mesa se desprendió de sus chanclas y encaramos la dura subida de 2km. en medio de una espesa niebla. Al llegar a lo alto nos espera una importante bajada de casi 8 Km. hasta la presa de Grandas de Salime. Bajada con algunos tramos de dificultad y larga, muy larga. Ya en la presa observamos desde el mirador la grandeza de la misma y encaramos 6 kilómetros de subida hasta Grandas de Salime, donde visitamos la Colegiata, de carácter románico, y después de comprar atún y pimientos, nos sentamos en un parque para comer y descansar. Nos quitamos las botas y oxigenamos los pies.
Iniciamos de nuevo el camino hacia Castro, y tan solo nos quedan 6 Km no especialmente duros, pero ese día con algo de calor. Pasamos por las aldeas de la Farrapa, Cereixeira y Malneira, esta última celebrando una romería a la cual nos invitaron, pero nos abstuvimos de ir pues de lo contrario todavía estariamos bebiendo cerveza, vino y viandas. Con el hambre que teníamos.
Un kilómetro más y alcanzamos nuestro destino : Castro. Albergue privado a razón de 13 euros. Habitación para los cuatro. Servicio de lavadora que aprovechamos para adecentar toda nuestra ropa. Buena comida y descanso hasta la tarde. Por la noche el bombero dice que no se encuentra bien y apenas come. Una vez acabada la cena y con algún chupito en el cuerpo nos retiramos a nuestros aposentos. Las heridas parecen que hoy nos han dado una tregua. Decidimos que mañana deberiamos salir muy temprano para abordar la dura y larga etapa.
Nos levantamos muy temprano y comenzamos a curarnos las heridas. La ampolla de Emilio tiene mala pinta, y decide cambiar las botas por unas zapatillas de deportes, mientras que al Bombero le van aumentando los dolores así como sus ampollas.
Más entero parece Justo. Salimos sobre las 6,45h. en un día con niebla. Iniciamos la etapa por el pueblo, hasta que una vez pasado el Ayuntamiento, a mano derecha, vemos por primera vez la flecha amarilla que por una empinada cuesta nos introduce en un precioso camino, ganando altitud hasta situarnos por encima de la niebla, con una vista fantástica. Alcanzamos el alto y desde aquí bajamos por un sendero entre pinos que nos conduce hasta el Monasterio cisterciente de Santa Maria Obona, de estilo románico, donde nos dejamos hacer unas fotos y proseguir nuestro camino, de nuevo entre pinos e inmensa arboleda, pero de momento no nos encontramos barro. En el mismo nos encontramos con algún otro peregrino que nos acompañan unos cuantos kilómetros, pero al ser pareja su ritmo es muy diferente al nuestro. Anduvimos un buen tramo hasta Campiello donde desayunamos en un bar, frente por frente de Casa Herminia. Muy amables. Aprovechamos el descanso para cuidar de nuevo las heridas del Bombero.
Una vez curadas y desayunados comenzamos de nuevo la etapa, hasta alcanzar Borres, no sin antes pasar por una zona embarrada que nos obliga a “transportar” a Emilio para que no se manchara su calzado, el muy “pijo”.
Comenzamos un pequeño ascenso y en un cruce el Camino nos ofrece dos alternativas 1.- Hacia Pola de Allande y 2.- Ruta de los Hospitales, siendo esta última la que vamos a realizar. Antes de iniciar esta dura alternativa nos cargamos de energía positiva en una ermita que hay justo antes del inicio del ascenso. 15 Km. inhóspitos nos esperan y donde el Camino nos pondrá a prueba, donde tan solo existe la posibilidad de reponer agua en la única fuente que nos encontramos en la subida al paso de una verja. Todo lo demás es naturaleza viva, poderosa, inmensa, donde sus únicos dueños son los asturcones y el ganado. Alcanzamos la primera cima y decidimos descansar a comernos un bocadillo, que previamente habiamos adquirido en Campiello, en una loma con un fuerte viento. Continuamos nuestra ascensión. Senderos muy técnicos, donde Emilio iba sufriendo sin articular palabra, por lo menos que nosotros escucháramos pues por dentro iria acordándose de …….. Alcanzamos el Alto del Hospital de Fonfaraón y al horizonte divisamos unas aves que volaban en circulos aprovechando las corrientes cálidas. Para Justo cernícalos para el Bombe buitres, y al llegar a lo alto pudimos comprobar que se trataban de un nutrido grupo de buitres, que estaban reposando junto a una laguna. El vuelo de los mismos al escucharnos fue inmenso, espectacular.
Llegamos a lo Alto del Puerto del Palo y ahora iniciamos el descenso por un camino muy técnico, conduciendonos hasta Montefurado, donde tuvimos la ocasión de conversar con el único habitante de la aldea, explicádole tras su pregunta que la barra servia de guia para Emilio, que era invidente, y acosejándonos que cogiéramos el coche linea hasta Berducedo ó bien coger la carretera que daba menos vueltas hasta el próximo pueblo: Lago. Elegimos esta segunda opción, no sin antes ponernos de nuevo el poncho pues comenzó a llover. Anduvimos unos metros y paró de llover. Emilio no dejaba de preguntar si quedaba mucho para el “ambergue”, palabra ya acuñada por el grupo.
Continuamos por carretera y en un tramo Emilio se dobló el tobillo, descargando en ese momento toda su adrenalina. Pasado ese momento continuamos por carretera hasta Lago, donde descansamos un poco, y de nuevo se comenta que las jornadas son muy largas, que esto no puede ser y como me siento aludido respondo, con cierta acritud, que tan solo tenemos 9 dias y que las jornadas se han ajustado a este periodo. Preguntamos qué camino es mejor hasta Berducedo, indicándonos que la mejor opción es el camino en vez de la carretera. Eso hacemos y llegada a Berducedo muy tarde, donde alcanzamos el humilde albergue, que tiene por casualidad 4 camas disponibles y dispone de cocina. !!! Esta etapa se merece un abrazo ¡¡¡¡ dice Justo y los cuatro nos abrazamos. Llegamos muy cansados y por primera vez veo los rostros de mis amigos abatidos. Dejamos nuestras mochilas y nos ponemos a curarnos las heridas. Algunas ampollas se han recrudecido, otras se han curado, otras han salido de nuevo. Bajamos a un supermercado situado a 200 mts para comprar comida y Justo nos prepara unos spaghettis que nos saben a gloria y que compartimos con unos peregrinos, no recuerdo en estos momentos de donde venían, explicádole que Emilio era invidente, reconociéndonos el valor y mérito que tenía. Después de la cena Justo y Emilio, deciden irse a dormir mientras que el Bombero y yo nos acercamos al bar a tomarnos unos orujitos. Eran las 22,20 h. y una insólita claridad iluminaba esa noche. Nos encontramos con los peregrinos del albergue y compartimos con ellos la última hora del día.
Volvimos al albergue haciendo Bombero y yo elucubraciones de la jornada. Que dura ha sido, a Emilio cómo lo ves, Justo va bien, a mi me duelen mucho los piés, que son muchos kilómetros, que disponemos de pocos días, etc…
Cuando llegamos todo el mundo estaba acostado y nosotros en silencio ocupamos tambien nuestros catres para descansar de esta dura y apasionante jornada.
De nuevo nos levantamos a las 5,30h., pero entre los preparativos y cura de primeras ampollas salimos casi a las 6,30h. Oración, abrazo y primer día de ayuno. Día lluvioso que nos provoca que al paso de Casazorrina, por bonitos caminos y pequeños bosques tengamos que ponernos los ponchos. Atravesamos varios puentes y fuentes ( Fuente Caliente), dejando de llover un poco más adelante, pero nos dejamos los ponchos puestos. Los caminos desembocan en la carretera, obligandonos a cruzar muy rápido, pues se trata de carretera nacional muy transitada, adentrándonos de nuevo en camino que nos conduce hasta el pueblo de Salas, donde paramos a la entrada para descansar un poco. Seran las 10h. y todavía nos quedan 2 horas de ayuno. Visitamos la Colegiata de Santa Maria la Mayor de estilo gótico, sellamos las credenciales y continuamos hacia el alto de Porciles por un camino que atraviesa un hermoso bosque, donde se respira paz y tranquilidad. El camino, que al principio va en suave ascenso, al final se vuelve duro y nos desemboca en la carretera que se encuentra en obras y nos obliga a andar algunos kilómetros por el pequeño arcen, siendo este tramo muy peligroso.
Recuperamos el Camino que sale a la izquierda y tras varios rodeos recuperamos el Camino original. Son las 12,15h.. Paramos a comer en medio de un ambiente lluvioso y con viento. Pasamos por Bodenaya donde nos encontramos con un bonito y acogedor albergue donde sellamos y continuamos hacia nuestro destino.
Pasamos por diversas aldeas La Espina, Pereda, etc.. y nos adentramos en hermosos caminos muy embarrados, que nos obligan en algunos casos a intentar evitarlos pero en otros a pasar por encima de ellos. Esta situación provoca el disgusto de Emilio, pero realmente no podiamos pasar por ningún otro sitio y ya resignado, casi llegando a Tineo exclamó “ barro, pues barro hasta el final, venga sin miedo “” y avanzaba raudo y veloz pisando por donde fuese, ya sin recelo.
Antes de llegar al albergue, ya en Tineo, paramos a comer en un restaurante, y todo nos supo a gloria. Los pies embarrados, mojados, pero nos sentamos brindamos y ya se pasó todo nuestro cansancio, recordando delante de nuestros platos los momentos de esta preciosa jornada. Las ampollas se habían recrudecido y los más afectados eran Emilio, cuyas botas no le ajustaban bien, y el Bombero, cuyo calzado le oprimía el dedo chico, ocasionándole un fuerte dolor al andar.
Llegamos al albergue y antes de entrar hay que descalzarse para no ensuciarlo. Acto seguido después de tomar nuestros datos, sellar credenciales e instalarnos lavamos el calzado y no sabiamos bien si era barro ó moñiga de vaca lo que salía de los mismos.
Justo comenzo lavando en primer lugar el de Emilio, que al ser mas grande tenia mucho más barro. Descansamos y por la tarde fuimos Justo y yo a la tienda para comprar comida que nos permitió cenar. No obstante durante la cena de nuevo la posibilidad de replantear las etapas, pero por más vueltas las jornadas no cuadraban con el tiempo que disponiamos, así que decidimos mantener la planificación y encarar al día siguiente la difícil jornada de Tineo-Berducedo, pasando por la Ruta de los Hospitales.
Ya teniamos decidido que la vuelta desde Santiago la hariamos en avión. Billete a 80 euros gracias a la buena gestión de la mujer de Emilio.
Son las 5,30h. de la mañana y ya se comienza a escuchar los primeros sacos de dormir y las primeras entradas al servicio. Los nervios casi no nos han dejado descansar.
El primero que se levanta es Emilio, que necesita un poco de más tiempo para asearse y preparar sus enseres, después Justo, que le proporciona en las primeras horas de la mañana la ayuda necesaria, después el Bombero y el último siempre yo, al que le gusta disponer de algunos minutos más en la cama.
Buenos dias. Buenos dias.
Y así sin darnos cuenta ya estamos vestidos y preparados. Algunos con más peso que el día de ayer. Oración y un abrazo es el inicio de nuestra primera etapa, y aquí estamos en la puerta del albergue para buscar las primeras señales, que encontramos frente a la Catedral, y que nos conducen fuera de la ciudad. La salida se hace muy larga y tediosa. Casi una hora de recorrido por las calles de Oviedo, y cuando ya casi tenemos la salida nos encontramos con un muro que nos impide el acceso y obligándonos a dar un importante rodeo.
Todos teníamos deseos de abandonar la ciudad y andar por tierra. Entre helechos y pequeña lluvia todo se hace más ameno. Los primeros kilómetros, motivados por la emoción, se realizan a un buen ritmo y casi sin darnos cuenta, con algún resbalón incluido, nos encontramos en el Puente romano Do Gallegos, y posteriormente nos adentramos en un bosque precioso que nos conduce hasta el Alto Escamplero, donde paramos a desayunar y repostar. Al sellar nos damos cuenta que nos falta una credencial, pero Justo nos dice muy tranquilo que no nos preocupemos que él tiene una.
Estamos debatiendo sobre como volver, y Emilio contacta con su mujer en Sevilla para que gestione nos billetes de avión que no salgan muy caros.
Después del reposo, comenzamos de nuevo nuestra peregrinación. Pasamos por las aldeas de Valsera y Premoño, donde nos paramos en la ermita de Santa Ana que se encuentra en la entrada del pueblo. En ese instante Emilio comienza a renegar del elevado peso que lleva en su mochila. ¡¡¡ En cuanto llegue voy a tirar la mitad de las cosas !!!, ¡¡¡ Esta mochila no es buena, pesa mucho… ¡¡¡¡. El bombero le sugiere cambiarla. Una vez efectuados los cambios comenzamos de nuevo a caminar, adentrándonos más adelante en un camino a la derecha que nos conduce hacia Paladín y Puerma. Ya a unos 6-7 kilometros de Premoño nos damos cuenta de que al Bombero se le había olvidado una riñonera con toda su documentación y dinero. Nervios. Nos acordamos de que a cien metros había un hombre haciendo un muro, y decidiendo que Emilio y Justo prosiguieran el camino, el Bombero y yo nos acercamos para pedirle que nos acercara a Premoño, y el hombre sin dudarlo un momento nos brindo su casa, nos invitó a subir en el coche y raudo y veloz nos acerco. Tranquilidad cuando encontramos la riñonera en el mismo sitio donde la dejó. La bondad, la entrega de los hombres es un motivo más para creer en Dios. Le damos las gracias y continuamos nuestro camino hacia Grado, no si antes pasar por Peñaflor, que abordamos tras pasar el Rio Nalón. Ya a la entrada de Grado no encontramos ni a Justo ni Emilio. Lo llamamos por teléfono y una vez localizados nos paramos a comer. Nos comentan que han llegado hasta Grado por la peligrosa carretera, pues no han visto las señales que los desviaban por el Camino.
Iniciamos la fuerte subida a San Juan Villapañada, y ahí comienzan a surgir las primeras dudas, ¡¡¡ que nos podriamos quedar aquí, que ya estamos cansados, mañana recuperamos !!!!, pero cuando vamos dirección al albergue nos indican que no hay enseres, que el hospitalero está enfermo, decidiendo recuperar la etapa inicial y andando un kilometro más. Seguimos subiendo hasta alcanzar el Santuario de la Virgen del Fresno, una tranquila y bonita Iglesia, de estilo románico pero sucesivas reformas con carácter renacentista, donde se respira mucha paz. Las llaves hay que pedirlas a una señora que vive justo enfrente de la Iglesia.
Alcanzado el Alto del Fresno nos paramos a comer. Tan solo nos quedan 7 Km. Con el estómago lleno comenzamos en bajada hacia Doriga, que nos conducirá hasta nuestro primer destino: Cornellana, que llegamos sobre las 19h. pasando antes por canteras y bonitos caminos. El albergue se trata de un Monasterio de la Orden de Cluny, cuyo interior se encuentra muy deteriorado, abandonado, y custodiado por perros para que no sea desvalijado.
Sellamos y la credencial que tenia Justo era precisamente la de Emilio. Nos instalamos. Vamos a comprar comida el Bombe y yo, y a la vuelta me voy a escuchar Misa. A finalizar regreso al albergue y observo como han surgido las primeras diferencias. Vanales y efímeras. ¡¡¡ Que no hay para cocer los macarrones, que porque has comprado casera de limón en vez de blanca, que porque habéis comprado esto y no aquello, pero fijaros siempre pudiendo elegir y olvidándonos de los más necesitados, a quienes cualquiera de nuestros caprichos le supondría una bendición de Dios y comida para más de un día.
Recuperada la tranquilidad y después de meter la ropa en la lavadora y secadora, vamos a cenar a un restaurante cercano, donde de nuevo encontramos la unidad del grupo.
Volvemos a nuestros aposentos y descansamos. El primer día ha finalizado y todos satisfechos.
Alla por el mes de Octubre del pasado año nos marcamos como meta realizar este año el Camino Primitivo_2009. Atrás se quedaron amigos que por unas u otras circunstancias no pudieron realizarlo, pero también se unieron otros que a la postre nos demostraron que nada es imposible. Hablamos de Emilio, invidente, que con coraje, determinación ha hecho posible realizar su sueño y gracias a él todos hemos aprendido.
Los preparativos originaron muchas dudas, sobre todo en aquellos que realizaban el Camino Primitivo por primera vez y 9 días con la mochila sobre los hombros, pero aquí nos tenéis en la estación de Sevilla con todo el material. Día caluroso donde los haya y la mañana placentera no nos hacia presagiar la penuria del largo recorrido en autobús. Más de 12 horas sentados y el autobús sin aire acondicionado lo que provoco que los viajeros se pusieran nerviosos y reclamaran las hojas de reclamaciones. Al final cambio de autobús y con una temperatura más fresquita pudimos acometer las últimas horas, hasta la llegada a Oviedo, pero eso si jurando que en otra ocasión buscaríamos otra alternativa al desplazamiento.
Llegada a Oviedo, con día lluvioso, que agradecimos en parte, y desde la Estación de Autobuses nos dirigimos al Albergue, no sin antes fotografiarnos junto a la Plaza de la Escandalera. Son las 20,45h, y al fin localizamos el albergue, justo cuando el hospitalero lo estaba cerrando al final de su jornada.
Sello credenciales, y ahí comenzamos a darnos cuenta que el Camino comenzaba en ese mismo instante y sobre todo de la responsabilidad que suponia para nosotros tres compartirlo con Emilio.
Justo, Bombero y yo, oriéntadolo por los pasillos del albergue, servicio, etc….
Después de descargar nuestras mochilas, nos vamos a dar un paseo. Visitando la Catedral, en medio de una fina lluvia, y a la vuelta buscar un bar donde saciar nuestra sed y hambre. Como no “Bar Sevilla” y posteriormente cuando ya nos ibamos encontramos, cerca del albergue, un bar con unos montaditos y sidra a precios asequibles, donde además pudimos comprobar dos cosas: la hospitalidad de la gente y que lo nuestro no es tirar sidra. En ese instante decidimos que Emilio fuera el tesorero del grupo y en él confiamos nuestro primer fondo. Cualquiera engañaba al tío. Cómo reconocia los billetes y las monedas.
Nos acostamos y todos en nuestro interior, aún sin decirlo, con miedo, respeto, temor, al transcurrir de los días y la carga emocional que conlleva compartir todos estos sentimientos con la obligación de darlo todo, en esta ocasión por un motivo más.
Todo lo que se pueda narrar no es comparable con las emociones que se viven cuando te comunican que el bebe al que has cuidado durante sus primeros meses de vida va a volver con su familia ó con alguna familia adoptiva. Que difícil son esos días. La primera de las reuniones donde conoces a la familia, donde por primera vez sientes que tus abrazos pueden ser los últimos que les des. Y así durante cuatro interminables días. Vuelves a casa, lo bañas, le das su biberón, lo acuestas y te quedas un rato viéndolo respirar, viéndolo vivir y piensas mañana ota vez.
Y así hasta el último día. Vuelves a casa cabizbajo, en silencio, sin medir palabras, solo existen emociones, no hay palabras que te consuelen. Ni la de tus amigos, ni la de nadie, y aunque es cierto que sabes que este día llegará nunca lo tienes asumido y nunca estas suficientemente preparado.
Lo bañas, y piensas este es su último baño, y lo alargas en sus juegos, como deseando que nunca se acabara, lo secas y lo acurrucas entre la toalla, secandole el agua y las lágrimas, le das su biberón, y piensas este es el último, se queda dormido entre tus brazos, y esta vez si por última vez.
Cuánto te cambia la vida desde ese momento. No entiendes la maldad de algunos corazones, la vanidad de los hombres, y en esos momentos te brindas a Dios para cambiar la tristeza por felicidad aún a costa de tu propia comodidad, y es que a veces nos cuesta enfrentarnos a la cruda realidad y nos da miedo ponernos enfrente de nuestros miedos. Miedo a sufrir, miedo a llorar, miedo a perder lo poco que tenemos, pero siempre hay algo más valioso que nuestro egoismo: la felicidad de todos los que nos rodean.
Y así se pasa la última noche, entre sollozos, lamentos y acurrucados sobre nosotros mismos. Deseas que no llegue nunca el día siguiente, pero llega. Nos levantamos sin mediar palabra. Le damos su biberón (ahora si es el último), lo lavamos, lo vestimos y nos montamos en el coche como autómatas. Llegamos y ya está todo preparado. Lo entregamos a la familia y cuando los ves marchar con el bebé cogido, en un acto instintivo, gira la cabeza, nos sonrie y nos dedica su último momento. Giran la esquina y .............. soledad, vacio. Todo a tu alrededor se ha silenciado.
Fueron días duros después de que nuestro primer acogimiento finalizó. Tristeza en nuestro hogar. No había nada en nuestra casa que no nos lo hiciera recodar. Así fueron pasando los días, y aunque lo solíamos ver, nada llenaba nuestros días. Mis propias hijas se encontraban derrotadas, aunque siempre nos daban ánimos. Un día tras otro hasta que un día nos llamaron de Asuntos Sociales indicándonos que el dia 30.12 nos entregarían un nuevo niño. Este con 20 dias de vida. Nervios e ilusión. Cuando lo abrazamos en nuestros brazos como se desmoronó toda tu vida. Mis hijas lo envolvieron y lo besaron, pero su mirada era tristeza y preocupación por el estado de Abraham, y es en ese preciso instante cuando sacas fuerzas de flaqueza y te juras a ti mismo que lo vamos a sacar adelante, que te vas a entregar para que tenga un hogar, para que nunca se encuentre solo. Cuantas noches lo hemos visto tan indefenso, tan sólo, sin nadie en su vida, sin referencias de su madre, abuela, alguién que pudiera decir yo lo quiero, y cuanto más lo repetía más cerca nos sentíamos de él. Esa mirada triste se ha convertido en una sonrisa limpia y sincera, esos minusculos brazitos se han convertido en fortaleza cuando se agarra a tus dedos, ese rostro lánguido se ha convertido en vida. Hoy nos mira y se ríe, se siente feliz, pero que lástima nos da cuando miramos atrás, cuando sentado en un parque ves a los abuelos orgullos de sus nietos, a las madres cuidando de sus hijos, a los hijos llamando a sus padres.... y él tan solo. Nosotros le damos cariño, un hogar, protección pero como una madre no hay nada.
Gracias a Manolo "El Bombero", Emilio ( invidente) ha sido capaz de superar todas sus barreras y también sus miedos. Ya el pasado año participó en el Homenaje de Ronda y posteriormente en los 101 Km. de la misma ciudad, pero una desafortunada caida casi echa por tierra todas las ilusiones que Manolo tenia depositadas, no solo en el ambito personal sino también profesional.
Ha estado casi un año de baja por culpa de una lesión de muñeca pero aunque pasó al principio momentos difíciles ha sido capaz de superarlos y a la vez de contagiar a Emilio de vitalidad, que le ha infundado nuevas esperanzas en su vida.
Gracias Manolo, gracias a ti hemos podido participar en nuestra primera carrera de montaña celebrada en Onda ( Castellón), como equipo formalmente constituido y sobre todo porque gracias a ti Emilio, aún con sus miedos, ha finalizado su primera carrera en montaña.
La experiencia inolvidable. Dura, pero inolvidable.
Dia 25.4 - Pasan a recogerme a las 8h. para llevarnos la mujer de Emilio a la estación de trenes, pasando antes a recoger a otro invidente ( Alberto), que también va a participar. Montamos en el tren y llegada a Madrid sobre las 12,30h, donde esperamos al equipo de Malaga. Una vez todos reunidos nos trasladamos en Metro al Colegio de la O.N.C.E. para concentrarnos con el resto de equipos que habían llegado de toda España. Cinco horas de autobús hasta Onda, interminables. Llegada sobre las 20,30h. en día que amenazaba lluvia. Nos tralsadamos a las habitaciones y después de una humilde cena con toda la organización los más conservadores se retiran para descansar. Todo el material preparado para el día siguiente.
Dia 26.4 - Despertador a las 6h.. Día lluvioso. Nos vestimos ya con la equipación. 6,30h. desayuno y a las 7h. montados en el autobús que nos conducira a la salida. Todos los equipos se preparan con minuciosidad y todo son dudas en Emilio ( manga larga ó manga corta, me pongo el hubasquero ? ), pero como el día comienza a mejorar estas dudas se van resolviendoo. En la carrera participan al margen de los 20 equipos de la ONCE, 600 corredores. A la hora de la salida ultimas instrucciones y sobre todo las primeras sensaciones emotivas. Segunda oración del día y las lágrimas brotan sensiblemente en los ojos. Todo lo demás no se puede narrar. Emociones encontradas, objetivos diferentes, mil sensaciones, pero Emilio se sentía vivo entre el olor del romero, pinos y las palabras de aliento de todos los participantes. Eso es lo verdaderamente importante. No importó nada más. Ni el mal momento físico en las subidas, ni el bajón psicológico. Al final acabamos y nos fundimos en un abrazo sincero, eterno y profundo. Allí estaba, fisicamente sin fuerzas pero con la vitalidad de un niño. Se dió cuenta de que todo era posible. Nos marcamos nuevos retos y seguramente los puedan conseguir. Yo estare junto a ellos, si así lo desean. Nada es imposible. Las únicas limitaciones somos nosotros mismos.
UN DIA CUALQUIERA
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En mi cabeza tan solo giraba un nombre, una imagen. Inalcanzable, pero
siempre estaba junto a mi y sin embargo tan distante en el espacio. Era un
sueño inq...
